La practica de imprimir en la cuerpo diseños indelebles, a base de frotar pigmentos sobre heridas punzantes, está hoy muy extendida.
Pero si nos remontamos tiempo atrás, podemos encontrar formas de tatuajes muy antiguos en todos los continentes. El término procede de la voz tahitiana “Tatu” que significa “pinchar algo”. Los samoanos usaban complejos símbolos para honrar a sus comunidades, muchos de los cuales son la base para los típicos tatuajes tribales que se ven en la actualidad.
En Japón, los tatuajes servían para identificar a los criminales. Se les marcaba con una línea en la frente que significaba sus delitos. A la tercera ofensa, las líneas formaban el carácter japonés que significa “perro”.
Las primeras herramientas para tatuar, estaban fabricadas de piedras, palos o huesos de animales eran hechas a mano y puntiagudas. Con ellas se realizaba con precisión un pinchazo e insertaban el pigmento en la piel, era muy laborioso porque cada perforación se hacia por separado y luego se insertaba el pigmento.
Estas formas de tatuaje llegaron a través de los exploradores a Gran Bretaña desde Oriente y los escudos familiares, se convirtieron en tatuajes. Pero tras la invasión normanda (1066) esta practica se prohíbe durante siglos (los normandos veían el tatuaje como algo de bárbaros despreciándolo) hasta que llego el capitán James Cook, regresó de una expedición con un indígena tatuado cautivando así la imaginación de la gente.
Empezaron a tatuarse los marineros que regresaban con dibujos realizados por nativos de lugares como Japón, Polinesia. Poco después se instalan los tatuadotes en los puertos.
Las primeras referencias encontradas sobre tatuajes en América están en las cuadernos de bitácora de la Marina americana (principios del XIX). Los marineros se tatuaban los unos a los otros, con bastas agujas de metal. En tierra firme el tatuaje no lograba imponerse porque el proceso era caro y laborioso, un simple dibujo llevaba horas de ejecución. Esto cambió cuando el tatuador e inventor llamado Samuel O’Reilly inventó una máquina de tatuar moderna. Esta estaba basada en la imprenta autógrafa de Tomas Edison.
A partir de entonces el tatuaje se pudo realizar más rápido, con mayor detalle y mucho menos costoso.
El tatuaje hoy día ha ganado popularidad y aceptación, hay talleres por todas partes y revistas dedicadas al tema, pero con su popularidad, también han aumentado los avances para borrarlo, reduciendo así el impacto de ser para siempre.
El tatuaje siempre ha luchado y siempre lo hará para ser aceptado más allá de la rebeldía...
Pero siempre habrá una piel desnuda dispuesta a contar su historia
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