La Mona Lisa sonríe misteriosamente No sólo desde las paredes de Louvre (Paris) sino desde la de un piso de Kensington (Londres). Según su custodio el doctor Henry Pulitzer. Esta última no es una reproducción, sino otra versión del propio maestro, Leonardo da Vinci.
A pesar de existir más de sesenta pretendidas Mona Lisas catalogadas en el mundo, el doctor Pulitzer, inventor, sabio y experto en arte, está convencido de la autenticidad de esta otra Mona Lisa.
En su opinión, Leonardo da Vinci ejecutaba generalmente dos o más versiones de sus retratos. El modelo original fue Mona Lisa de Giocondo, mujer de un noble florentino. Por aquel entonces llevaba luto por la muerte de una hija de corta edad y se ponía un velo transparente durante las sesiones.
Leonardo invirtió cuatro años en hacer el retrato y finalmente lo entregó a la familia Giocondo. Entonces, poco antes de marchar a Francia, invitado por Francisco I, Giuliano de Médicis le pidió que hiciese un retrato de su amante, Constanza d’Avalos .Daba la coincidencia de que Constanza no sólo se parecía algo a Mona Lisa, sino que también era apodada “La Gioconda” que significa más o menos “La sonriente”.
Leonardo adaptó una de sus versiones del retrato de Mona Lisa de Giocondo, borrando la cara y pintando la de Constanza. Pero cuando acababa de concluir su trabajo, Giuliano rompió con su amante para contraer un matrimonio muy ventajoso y no compró el cuadro.
Según el doctor Pulitzer, fue este segundo cuadro el que Leonardo se llevo consigo, junto con sus demás obras no vendidas, a Paris. El doctor Pulitzer está convencido de que esta versión –La de Constanza—la que engalana los muros de Louvre.
El otro retrato –el de la mujer de Giocondo que era diecinueve años más joven que “La Gioconda” – permaneció en poder de la familia florentina hasta que finalmente, fue a parar a Inglaterra donde lo adquirió a principios del siglo William Blazer, experto en arte y conservador del Museo de Arte de Holburne of Menstrie , en Bath y posteriormente un grupo suizo al que pertenece el doctor Pulitzer.
El doctor Pulitzer ha hecho examinar el cuadro por el procedimiento de la fotografía microscópica y afirma que las huellas dactilares del bastidor son idénticas a las de otras obras de Leonardo de autenticidad comprobada.
Otra demostración de la autenticidad del cuadro es un apunte tomado por Rafael cuando Leonardo todavía estaba pintando el cuadro en su estudio. En el hay detalles, entre ellos dos columnas en segundo término, que aparecen en el cuadro de Londres, pero no en la versión del Louvre. Asimismo, la modelo más joven del retrato lleva un velo de luto, fino y transparente.
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