jueves, 24 de junio de 2010

Richard Wawro


Delgado de ojos muy azules, cabello castaño, Wawro, prácticamente ciego y retrasado mental Hasta los 15 años no pronunció una palabra inteligible.
Con solo siete meses le operaron de cataratas en ambos ojos. Después a intervalos de seis meses, le practicaron otras tres intervenciones oculares.
Era un niño muy inquieto. Dormía apenas tres horas al día y lloraba, gritaba y se movía sin cesar. A veces se encaramaba a un piano y durante horas golpeaba la misma tecla.”Era una tortura” dice su padre.
Cuando cumplió tres años los médicos dictaminaron que Richard padecía un retraso mental entre medio y grave. También síntomas de autismo.
El rostro de Richard revelaba sufrimiento, recuerda Molly(directora del centro para deficientes mentales próximo a Edimburgo) y se propuso ayudarles.
En este centro fue un niño difícil, sus chillidos sobresaltaba a los demás. Otras veces permanecía aislado y silencioso, cautivado por los rayos de sol o las cosas en movimiento.
Molly descubrió aquel algo cuando dio al niño un lápiz. En un principio lo tiró al suelo, indiferente. Molly volvió a ponérselo en la mano, le ayudó a sujetarlo y le hizo trazar unas líneas en un papel. Richard pareció comprender y, en seguida se puso ha hacer garabatos con distintos colores.
Un día fui a ver sus garabatos y me encontré algo maravilloso, dice Molly. Un cuadro impresionista de una escena que, al parecer, Richard había visto desde el autobús escolar. Podía se una casualidad, pero en otra hoja que de di, pintó otra escena perfectamente ejecutada, que mostraba la fascinación de Richard por la luz, el color y el movimiento.
Poco a poco fue dominando la composición y se expresaba a través de ella.
Con diecisieta años expuso sus obras. El dueño de una galería de arte de Edimburgo dedicó una sala a exponer veinte cuadros del joven. Al concluir la exposición se habían vendido ocho.
Las fuentes de inspiración de Richard son muy variadas. A veces dibuja lo que ve con sus débiles ojos o con los prismáticos, otras se trata de un pueblo, visto del de el automóvil; programas de televisión libros y revistas a los que se pega para verlos con detalle.
Cada obra refleja su percepción sus sentimientos, su imaginación, todos sus cuadros tienen una fuente de luz, desde la bruma de un amanecer al resplandor de una llama.

Cuando alguien expresa su admiración por alguno de sus cuadros, el rostro de Richard se ilumina con una gra
n sonrisa.



“Es bueno ser feliz” comenta.”Yo soy feliz cuando noto que mis pinturas hacen que la gente se sienta bien, puedo ver la felicidad”

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