domingo, 23 de octubre de 2011

Un mundo excéntrico (El dadaísmo)

Durante la primera guerra mundial, cierto número de escritores, pintores y músicos dieron vida a un movimiento cultural cuyo objetivo era la destrucción de los valores de la clase media que, según ellos, habían conducido a Europa a la contienda.
El movimiento se denominó “dadaísmo” y sus seguidores llevaban una vida deliberadamente excéntrica. Trataron de desacreditar todos los valores burgueses mediante una campaña de insultos librada contra todo aquel no dispuesto a adoptar sus principios. Los instrumentos de esta revolución fueron esculturas, cuadros y poesías que escandalizaron y ofendieron al público.
El movimiento se inició en Zurich en 1916, con la fundación del Cabaret Voltaire en un bar popular. Allí se celebraban incoherentes recitales, subrayados por campanadas, tamborileos y gritos.
El dadaímo evolucionó a través de la confusión y de las contradicciones de las creencias establecidas. Incluso su nombre es un misterio. El francés Hans Arp declaró : !Afirmo que Tristan Tzara fundó la palabra el 9 de febrero de 1916 a las 6 de la tarde. Estaba presente con mis doce hijos cuando Tzara pronunció esa palabra que nos llenó de justificado entusiasmo. Estoy convencido de que esa palabra no tiene importancia, y que sólo los imbéciles o los profesores españoles pueden interesarse por las fechas”.
“Imbéciles” fue uno de los términos más amables empleados por la respetable prensa suiza al describir al poeta Tzara, de origen ruso y a su compañero “artista” el alemán Hugo Ball
Pavoneándose en escena vestido con un cilindro azul de cartón y un cuello rojo, Ball fue la primera persona que utilizó las cegadoras luces rojas habituales en las discotecas de hoy. Pero con la misma rapidez que había aparecido se retiró a una vida casi monástica.

Mientras tanto, el dadaísmo invadió el mundo. En Nueva York dirigió el movimiento Fabian Lloyd, que por razones mejor conocidas por él adoptó el nombre Arthur Craven. Anteriormente, en París Lloyd había sobresaltado a las patrocinadoras de una exposición de arte despojándose de su ropa. No se sabe lo que le ocurrió. Zarpó a México en una pequeña embarcación con el propósito de llegar a Buenos Aires y nuca más se pupo.
El pintor Marcel Duchamp sucedió a Lloyd como cabeza de movimiento. El objetivo de Duchamp era subvertir los convencionalismos artísticos mediante una deliberada campaña “antiarte” en la que figura una versión de Mona Lisa con bigote.
Otra de sus obras consistía en una rueda de bicicleta atada a una silla y una pala quitanieves, titulada “Antes del brazo roto”. La obra maestra de Duchamp le exigió ocho años. Consistía en una composición abstracta formada por pintura, alambre, barniz y polvo de New York retenido entre dos láminas de cristal. Al ser transportado a una exposición en Brooklyn, en 1923, se rompió el cristal, pero Duchamp, imperturbable, anunció la obra con el titulo” El último refinamiento” y la colgó en la exposición. Todo lo hacía con la premeditada intención de rechazar el arte. Irónicamente hoy sus obras se cotizan a precios fabulosos.
Finalmente los dadaístas comprendieron que habían cumplido su misión y dejaron que las generaciones venideras emitiesen su dictamen.



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